Mi relación con la Behobia – San Sebastián es una relación de amor – odio. Comencé a correr gracias a ella. Tal y como comenté ayer una pequeña entrevista en la Cadena SER junto a las hermanas Guerrero, mi hermano corrió dos ediciones de la BSS, en 1992 y en 1993). Cuando llegaba a casa, le veía tan contento que me dije: ¿por qué no intentarlo? Y así, tras unos cuántos centenares de vueltas a los puentes discam en mano, me presenté en Behobia un lluvioso 13 de noviembre de 1994.
Pasaron muchos años hasta que volviera a ponerme un dorsal. La Behobia sembró una semilla en mí que no germinaría hasta años después. Desde 2012 la he corrido de manera ininterrumpida, cumpliendo este pasado domingo mi octava participación. A mí me gusta decir participación 7+1 por aquello de que son dos etapas completamente diferentes.
Amor porque me inició en el atletismo, amor porque es una fuente inagotable de datos para su análisis y amor por el público que se agolpa a ambos lados de calles y carreteras para animarnos. “Odio” (entre muchas comillas) por que año tras año se me resiste la barrera de los 80 minutos (1h20m). ¡Volveré a por tí Behobia!
Como decía Alazne el lunes en Facebook, “son muchas las Behobias que están encerradas en esos 20 km.” Yo os voy a contar las 3 Behobias que viví el domingo. Sí, tres en una o 3 x 1.
Primera carrera (Behobia – Lintzirin)
Unai Azpiazu, más conocido como Cajapino, se había ofrecido a ayudarme en mi nuevo intento por bajar de 1h20. Fui a Behobia en coche muy bien acompañado por Xabi Vega, Romain Purro y Antxon Korta. Y por el suegro de Xabi, que nos llevó (un año más).
Calentamos 20 minutos (sin Romain, que salía más tarde) sin contratiempos y padeciendo el viento a ratos.
Ya en la línea de salida me encontré con Unai y le dí mi membrillo que gentilmente guardó en su riñonera. A las 10.17 dieron el pistoletazo de salida para nuestro grupo y nos pusimos en marcha. Los primeros kilómetros transcurrieron según lo previsto, adaptando el ritmo a la orografía y con buenas sensaciones. Entre el kilómetro 3 y el 4 apareció un amago de flato que no llegó a materializarse pero que nos obligó a aflojar el ritmo hasta coronar Gaintxurizketa. A partir de ahí, fui recuperando sensaciones a medida que la molestia desaparecía. Había pasado la parte que menos me gusta de la carrera y llegaba mi tramo favorito, tanto por la orografía como por las ubicaciones. Viví en Oiartzun hasta 1994 e iba al cole en Donostia así que Oiartzun – Donostia era el camino de mi día a día.
Comentaba Maitane en la entrevista que pocas carreras te dan la oportunidad de correr junto a corredores de Élite y, precisamente, Carles Castillejo (3 veces ganador de la BSS entre otros muchos logros), nos adelantó cerca de Lurauto). No hicimos amago de seguirle, nosotros a lo nuestro. Al pasar la alfombra del km.10 (40:46), Unai me dijo que era hora de tomar el membrillo y me pasó mi trozo. Quité el plástico y di el primer mordisco. Fin de mi primera carrera.
Segunda carrera (DYA – Lintzirin)
El membrillo se me atragantó, se me quedó atascado en la garganta y no podía respirar. Me paré en el arcén izquierdo y enseguida vino hacia mí una señora con un chaleco amarillo. Le expliqué a duras penas lo que me pasaba y se ofreció a llevarme a la carpa de la DYA que había a unos 50 metros. Enseguida salieron varios voluntarios que me condujeron a la carpa donde estuve un rato sentado mientras me medían la saturación de oxígeno y forzaba la tos y la respiración para comprobar que todo estaba en regla. Bebí agua y decidimos reanudar la carrera.
Fueron 6 minutos y 45 segundos según mi reloj. Pasado el susto inicial, pasamos un buen rato amenizados por la verborrea de Cajapino. Que si tenía que haberse traído la rebequita de sport para no enfriarse, que si hay que comprar membrillo de tal o cual marca,… genio y figura. Fin de mi segunda carrera.
Tercera carrera (Lintzirin – Donosti)
Reanudamos la marcha a sabiendas de que el objetivo ya se ha escapado y con el nuevo objetivo de ir adelantando a corredores y llegar a meta lo antes posible. El paso por Rentería es simplemente apoteósico. Desde la rotonda de Arragua hasta coronar Capuchinos, un griterío constante. Nunca había disfrutado tanto de ese tramo. Unai no paraba de chocar manos con los críos que las extendían al borde de la carretera. Enseguida recuperamos el ritmo y fuimos adelantando a algunos de los corredores que nos habían pasado durante nuestra segunda carrera. Pasé el km.5 en la posición 990; el km.10 en la posición 973; el km.15 en la posición 2.971 y la meta en la posición 2.079. En el último parcial adelantamos a ¡892 atletas! Incluyendo a Tutankamon… al que adelantamos en dos ocasiones.
Invertimos 39m16s en esta tercera carrera en la que calculo que recorrimos 9,85 – 9,90 kilómetros, corriendo a un ritmo medio de 3:59.
Nunca sabremos si hubiéramos conseguido o no el objetivo y, sinceramente, es lo que menos me importa. Lo importante es que se quedó en un susto. Tiempo en meta: 1h26m47s.
Una vez cruzada la meta, a buscar a la familia para coger la motxila y dirigirme a la carpa VIP donde me esperaban Hoki y Maitane para una pequeña intervención en SER runners. Podéis escucharnos a partir del minuto 11, después de los hermanos Alonso.
Gracias a todas las personas que hacéis posible participar en las carreras y que salís a animar: Blanca y los niños, la Ama, la Rubia, Karlos, Saioa eta Iñaki, Olatz eta Sergio, Gabriel, Maite, Olaia, Carlos, Ibon, Asier eta Carla, Cristina y Zigor, Arkaitz Fano, Gorka Elarre y más gente que me gritó y a la que no reconocí.
Por supuesto, mil gracias a Unai, Cajapino, Sacapuntas, por los cuidados y por tu paciencia.
P.D.: para los que creáis en las supersticiones… mi liebre se hace llamar “Cajapino”; él llevaba el dorsal 1010 (2 carreras de 10k); yo llevaba el dorsal 617 (6+1 = 7 y 7 fueron los minutos que estuvimos parados). meras coincidencias… ¿o no?
¡Hasta pronto lectores!
One Comment
Gabriel
Me ha encantado el relato, Iulen.