Behobia – San Sebastián 2015 (51 B/SS)
8 de noviembre de 2015
10:03 AM
Llegó el día, uno de esos días marcados en rojo en mi calendario de carreras. El último test serio fue hace 7 días, un caluroso domingo de noviembre, ideal para el ocio peor no tanto para meterte dos sietemiles entre pecho y espalda. El primero salió ligeramente mejor de lo previsto y el segundo peor de lo esperado. El calor tuvo su parte de culpa. Al acabarlo mi comentario fue: “bueno, al menos nos ha tocado hoy y no el domingo que viene”. Claro que lo mismo dije al acabar la Clásica el 18 de octubre.
A estas alturas todos sabéis que mi pronóstico fue equivocado. ¡Menos mal que me dedico a otros menesteres! Mayor temperatura del aire y más humedad relativa el día de la carrera que el día del test.
Como suele ocurrir cuando la meteorología se prevé adversa, la semana previa se multiplican las visitas a páginas Web y a aplicaciones especializadas en la materia. Todas coinciden: calor y viento sur. Mala combinación para correr 20 kilómetros.
Con todo, la preparación está hecha, he disfrutado del camino y llego a la línea de salida lo cual, en sí mismo, ya es un objetivo. Ahora solo toca poner la guinda al pastel.
Durante el calentamiento el viento soplo fuerte y se nota el calor. Por megafonía anuncian 25 grados para la hora de la salida y recuerdan la importancia de hidratarse.
A falta de unos minutos para la salida, me dirijo hacia la pancarta del cajón verde y me entretengo charlando con Carlos Esnaola y con Sergio Fano. Llega la hora de la salida, suena el pistoletazo y comenzamos a trotar hasta cruzar las alfombras rojas de lectura de chip. Los primeros kilómetros son difíciles, mucha gente y poca carretera para todos. Me cuesta mucho coger el ritmo, más de lo esperado. Me noto lento, desmotivado, sin presión: raro.
Al paso por el kilómetro dos, decido cambiar porque voy demasiado cómodo y, por muy duras que sean las condiciones, a una carrera objetivo se viene a sufrir. A partir del kilómetro 3, los parciales comienzan a mejorar y el ritmo solo se desequilibra en los que incluyen los altos de Gaintzurizketa y de Miracruz.
Por prudencia y por necesidad, reduzco el ritmo en todos los puntos de avituallamiento para poder beber agua y/o isotónico donde está disponible. El primer 5.000 lo paso en 19:51, a un ritmo medio de 3:58 min/km (la recuperación se debe al arreón de los kilómetros 4 y 5). El segundo parcial transcurre con relativa normalidad salvo el calentón habitual de Gaintzurizketa, que hace subir la media del segundo cincomil hasta los 4:07/km.
El paso por Rentería cumple de sobra con las expectativas generadas tras la pasada edición de la carrera. Cantidad de público a ambos lados de la carretera que no paran de animarte, llamándote por tu nombre y que te ponen la carne de gallina.
El tercer cincomil, entre Lintzirin y Escalerillas, es mi parcial más rápido, con un ritmo medio de 3:57 min/km. Tan solo el paso por Capuchinos y la rampa de acceso a Antxo rompen el ritmo. Un tramo precios para correr y repleto de público. En este tramo adelanto a Unai Azpiazu, que por entonces ya había desconectado y me jalea para que tire para adelante.
A partir de aquí, todo se reduce a un cincomil: un alto, una bajada bastante tendida y algo más de dos kilómetros traicioneros. El alto de Miracruz no se me hace pesado, hay mucho público y se me hace más llevadero que cuando se subía desde Trintxerpe. A partir de ahí, me lanzo hacia Gros con el subidón de los ánimo de Romain Purro y de Antxon Korta (qué manera de gritar) justo antes de coronar el alto y de ver a mi hijo mayor con mi Ama poco después de Arzak. Al encarar la Avenida de Navarra, los laterales de la carretera vuelven a abarrotarse de espectadores animosos que no paran de gritar. Al doblar hacia la Avenida de la Zurriola, encaro la larguísima recta de meta con los ánimos de Jon, venido desde Alemania y al pie del cañón tras haber tenido boda el sábado noche. Consigo marcar los 3 mejores parciales kilométricos para parar el crono en 1h20’20’’.
Nada más cruzar la línea de meta visualizo a Maitane Guerrero, a Sergio Román y a Aitor Aizpuru. Me dirijo hacia ellos y Maitane me confirma que ha sido la primera Gipuzkoana gracias a la ayuda de Sergio y, sobre todo, a su disciplina, esfuerzo y sacrificio. ¡Buen trabajo!
No consigo ni el plan A, 1h17m – 1h18m ni el plan B, bajar de 1h20m pero cruzo la meta contento. He sabido evaluar el riesgo y el beneficio y he optado por no arriesgar. He llegado cansado, faltaría más, pero entero. Al cruzar la meta me duelen las piernas y los kilómetros de vuelta a la calma con Aitor Aizpuru se hacen duros pero es parte del juego. Según escribo estas líneas estoy plenamente recuperado y deseando completar el exigente entreno de mañana.
Viendo lo difícil que me iba a resultar alcanzar el primer objetivo, he decidido no quemar del todo el cartucho y reservar fuerzas para la media del maratón a finales de mes.
Una vez más, gracias a todos los que me habéis animado a lo largo del trazado y a los que no habéis podido ir por diferentes motivos. Aunque no reaccione a todos, los oigo y los agradezco mucho. Gracias a los que pusieron duchas de aspersión a lo largo del recorrido, una bendición en un día como el del domingo.