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A VECES LLEGA UN MOMENTO EN QUE… TE HACES VIEJO DE REPENTE

Cuando te das cuenta de que te vas a morir.
La última barrera.
La última frontera.
A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Así comienza un bonito tema de Celtas Cortos. Y esto es precisamente lo que me sucedió el 10 de julio de 2016. Los asuntos complejos tienen un plazo de maduración más o menos largo pero suelen materializarse en un instante, aquel en el que se produce el hito más final. Una fecha y una hora marcan el final de proyectos, acuerdos, guerras, relaciones y vidas.
De niño no pensaba en la muerte. Sabía que era mi destino, es algo que desde bien pequeños nos enseñan y que Yo asumí con naturalidad. Lo sabía, sí, pero, en el fondo, no sabía lo que significaba ni lo que implicaba. Y creo que así tiene que ser, de niños debemos preocuparnos por otras cosas.
Con el paso del tiempo (siendo todavía niño), solía cerrar los ojos e intentaba pensar en qué habría más allá de la vida, de esta vida. No en un plano metafísico sino en un plano meramente material. Me costaba creer que toda la existencia de una persona se limitara a, en el mejor de los casos, 90 o 100 años de vida. Intentaba traspasar la atmósfera con mis ojos cerrados y veía mi cuerpo flotar entre estrellas. Cada vez que traspasaba una capa apretaba más los ojos. Cuando parecía que iba a hallar una respuesta, todo se desvanecía y regresaba a la Tierra.
Me resistía a creer que fuera a ser tan insignificante como para desaparecer en un periodo de tiempo tan ridículo. No sé si buscaba una respuesta religiosa, material o una especie de reencarnación. Pero recuerdo perfectamente esos momentos en los que cerraba los ojos y los apretaba cada vez con más fuerza. Creo que era un ejercicio de concentración bastante importante para un niño.
Con el paso de los años, estas búsquedas fueron espaciándose en el tiempo hasta desaparecer. Ahora me pregunto por qué estas cosas me preocupaban de pequeño y no lo hacen ahora. Ahora sigo teniendo claro que voy a morir, que ese es el final de todo ser humano. No sé si es el fin pero desde luego que sí es el final. La diferencia es que ahora sí que entiendo el significado y las implicaciones de la muerte y, sobre todo, es algo que veo más de cerca.
He visto morir a mis 4 abuelos, dos de ellos siendo niño y dos de ellos como adulto. A pesar de haberlas vivido en dos etapas tan diferentes de la vida, en ninguno de los casos sentí que algún día me tocaría a mí. Por supuesto que sabía que algún día me iba a morir, ya he comentado que es algo que asumes desde bien pequeño pero lo haces de una forma automática. Es algo que te repiten como un mantra pero, en el fondo, no eres consciente de que ese día llegará, lo ves muy lejano. Creo que la explicación es que mi cerebro funciona según el orden natural de la vida y asume que primero se tienen que morir tus abuelos, luego tus padres y luego tú.
Con arrugas en la frente pero sin ganas de morir.
Ya han pasado unos cuantos años desde estos tristes acontecimientos y, a diferencia de lo que se contaban los Celtas, sí que tengo arrugas en la frente (muchas) y no tengo ganas de morir. Tengo la suerte, el orgullo y el privilegio de conservar a mi Ama y de haber podido disfrutar de mi Aita durante unos cuantos años (aunque siempre sabe a poco).
Sin embargo, empiezo a sentir que algún día me tocará. Ahora sí que empiezo a creérmelo. El cambio no obedece a ninguna variable física: gozo de buena salud, practico deporte regularmente y no tengo vicios nocivos para la salud. Más bien obedece a que he visto caer a la primera pieza de mi última barrera en ese orden natural de la vida del que antes hablaba.
Tal y como he comentado, desde bien pequeño escuchas que te vas a morir, que todo el mundo se muere, que “aquí no se queda nadie”, bla bla bla. Pero creo que no aprovechamos el potencial de esta realidad. No fue hasta que escuché el famoso discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford en 2005 cuando descubrí su potencial.
Es en su tercera historia, sobre la muerte, donde a mi modo de ver nos deja sus frases más sabias.
“… Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida.
Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante.
Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón.”
“… Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así tiene que ser, porque la Muerte es posiblemente el mejor invento de la Vida. Es el agente de cambio de la Vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo.”
Sabias palabras.

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